La Criminologia parla… #2 – La Criminalidad en tiempos de COVID-19 en España: Análisis del estudio publicado por el Ministerio de Interior – por Helena Mulero

Desde hace muchos años, la Criminología reclama su lugar en nuestro país. Esta ciencia imprescindible en otros lugares del mundo que, por desgracia, está infravalorada y ausente todavía en muchas ocasiones en España.

El pasado 1 de mayo observamos un ejemplo más de cómo es de necesaria la aplicación de conocimientos de expertos y expertas criminólogos/as en nuestra realidad. El Ministerio de Interior publicaba unos datos sobre la reducción de las tasas de criminalidad en el territorio español durante el periodo del 14 al 31 de marzo (*1). Siendo precisos, estos datos no incluían ni a Catalunya ni al País Vasco. Según indicaban, no aparecen dichas comunidades porque las policías autonómicas de ambas comunidades no entregaron a tiempo los resultados. Más tarde hablaremos de las implicaciones de este hecho.

En este estudio, solo con mirar el informe publicado, apreciamos unas carencias y errores importantísimos en el análisis de los datos que denotan que no ha sido un trabajo elaborado por un experto/a en la materia. Cualquier criminóloga/o, como profesionales que se dedican al análisis de la Criminalidad (concepto empleado en el título del estudio), sabe que las afirmaciones que se realizan distan mucho de ser ciertas y que hay que tener muchísimo cuidado en anunciarlas de esta forma. El Ministerio de Interior cuenta con unos valiosos datos recogidos por varios cuerpos policiales pero labor distinta es ser capaz de interpretarlos y analizarlos adecuadamente.

La criminalidad no ha descendido un 73,8%. “Un 73,8%” es una media numérica obtenida, únicamente, de las infracciones recogidas en este periodo por parte de la policía mezclando todas las tipologías delictivas y, exclusivamente, de las regiones que ellos detallan.

En el fondo es fácil inducir a error a la ciudadanía y más si esta no está acostumbrada a trabajar con datos. Por ello, viniendo del Gobierno, precisamos un informe que sea fiel a la realidad y no con datos interpretados con una falta rigor científico.

En primer lugar, no se puede hacer una media de todos los datos reportados. Carece de sentido. Es un número sin significado. Imagínense que ahora cogemos el número total de fallecidos/as por las diferentes causas de muerte que puede haber en las diferentes comunidades autónomas y decimos: “las muertes durante el marzo de 2020 aumentaron un 73,8%”. Tenemos un titular impactante y que infunde miedo, pero… ¿nos dice algo? Hemos mezclado diferentes causas de mortalidad y hemos hecho la media de fallecidos/as por comunidad autónoma induciendo a error al lector para que crea que ese 73,8% de aumento se debe al COVID-19. Pero es que no es así porque nosotros hemos sumado todos los fallecidos/as que tenemos (por gripe, por cáncer, por accidentes, por suicidio, etc.).

En el fondo es fácil inducir a error a la ciudadanía y más si esta no está acostumbrado a trabajar con datos. Por ello, viniendo del Gobierno, precisamos un informe que sea fiel a la realidad y no con datos interpretados con una falta rigor científico.

Como mencionan en el artículo, los datos son recogidos por las diferentes policías estatales, en concreto, y cito literalmente:

“El análisis se ha realizado a partir de los datos facilitados al Sistema Estadístico de Criminalidad (SEC) por Policía Nacional, Guardia Civil, Policía Foral de Navarra y aquellos cuerpos de Policía Local que habitualmente facilitan datos al sistema.”

Y aquí quiero detenerme un instante que bien lo merece el tema.

Lo que los criminólogos y las criminólogas sabemos es que la tasa de hechos delictivos que llegan a la policía no es más que un pequeño planeta dentro de una galaxia infinita. Cuando queremos conocer la auténtica realidad delictiva, intentamos llevar a cabo diferentes estudios a nivel criminológico utilizando instrumentos tales como encuestas autorreveladas y de victimización. Con sus resultados, logramos acercarnos a ese número inalcanzable de conocer cuál es la cifra negra delictiva. Lo más curioso, es que en ellas solemos observar cómo la gente reporta haber sido víctima o haber realizado un número de delitos que triplica al conocido y registrado.

Para que nos hagamos una idea, mencionaré un ejemplo en el cual podemos ver a qué nos referimos.

La Encuesta de Seguridad Pública de Catalunya se realiza cada dos años entrevistando a una muestra representativa de la población catalana sobre victimizaciones delictivas y otras percepciones de seguridad. En ella se reportan las diferentes tipologías delictivas sufridas en el último año por la persona entrevistada y se obtienen las cifras del número de ilícitos denunciados versus la tasa de no denuncia. Utilizamos este ejemplo ya que es la única encuesta de victimización, junto con la realizada por el Área Metropolitana de Barcelona, que se realiza de forma periódica en todo el territorio nacional desde 1999 permitiendo comparar datos delincuenciales y percepciones subjetivas de seguridad del ciudadano/a y cómo han evolucionado a lo largo de los años.

En su última edición publicada, la del año 2017 (pendiente publicación de los datos recogidos en 2019), conocemos cómo la tasa de no denuncia delictiva ha aumentado. Hay que tener en cuenta que los delitos más denunciados por los ciudadanos/as, tanto interponiendo denuncia ante la policía como ante juzgado, son los robos sufridos en domicilio o en negocios urbanos, seguidos por otros delitos contra el patrimonio, pero la tasa de no denuncia de los delitos contra el patrimonio en conjunto (incluyendo los anteriores, pero también otros como los hurtos) es del 69,7%. Es decir, casi un 70% de estos delitos no se denuncian y dichas cifras llegan al 78,5% cuando se trata de delitos contra la persona (agresiones físicas o sexuales sufridas incluidas) o al 79% al hablar de delitos de engaños, fraudes y estafas. En conclusión, la mayor parte de los delitos no llegan a conocerse por parte del sistema de justicia.

Entendamos ahora por qué decimos los criminólogos y criminólogas que estas cifras que apunta el Ministerio no representan la criminalidad. Como mucho estarán representando ese porcentaje de delitos que la ciudadanía sí denuncia ante la policía más el número de delitos que la policía ha detectado durante este periodo.

Y aquí quiero introducir sin entretenerme demasiado en ello que sí, evidentemente, es más que posible que este descenso de los delitos que se han reportado a la policía se deba a diferentes causas tampoco mencionadas por el artículo. Entre ellas pueden ser: la dificultad de realizar denuncias durante este periodo por no poder desplazarse o por miedo a salir y contagiarse; imposibilidad de realizar la denuncia por las propias características intrínsecas del delito (delitos de malos tratos, delitos de violencia de género o intrafamiliar) … Y, a ello, aunque no se pueda analizar en profundidad, debemos añadir la readaptación de las funciones policiales. A pesar de que evidentemente la Policía está dando respuesta cuándo se solicita o demanda su ayuda ante cualquier ilícito, reestructurando su labor y adaptándose a las exigencias de esta nueva realidad (que pasan por cientos de agentes enfermos en sus domicilios confinados y patrullajes y controles continuos).

Retomando estos delitos complejos de reportar y detectar por parte de la Policía, nos llama la atención cómo se obvian en el informe ciertas tipologías delictivas que tanto preocupan a nivel social: los delitos de violencia de género y violencia intrafamiliar.

Desde la Criminología sabemos que, durante este periodo de confinamiento, este tipo de delitos habrá aumentado. Empezamos a tener cifras gracias a los centros de ayuda a víctimas en los cuales sí se ha reportado un aumento de llamadas de ayuda durante este periodo. Pero, aun y con este repunte, no hace falta ser un experto para saber de la dificultad máxima de denunciar y de pedir ayuda de alguien que convive 24h con su agresor de forma obligada. Estas víctimas, en este momento, están luchando estoicamente por sobrevivir a la situación. No podemos decir que no existen o que han disminuido estos delitos porque no se denuncien ya que la violencia contra las personas, incluyendo la violencia de género y la intrafamiliar y doméstica, también está incluida en la criminalidad de la que habla el estudio del Ministerio y, claramente, no ha descendido.

Otros delitos que vemos que están aumentando y que por desgracia tienen una tasa minúscula de denuncia son los delitos sufridos a través de las redes informáticas. Estos delitos son tanto los económicos -estafas, robos de identidad o de datos, phishing, pharming…- como delitos de acoso o chantaje sobre las personas o pornográficos (child grooming, cyberbulling, etc.). La imposibilidad de salir hace que la delincuencia se desplace, pero NO desaparece.

No se han dejado de cometer delitos, se han adaptado a las nuevas condiciones.

No se han dejado de cometer delitos, se han adaptado a las nuevas condiciones. Ya lo anunciaban diferentes criminólogos/as al inicio del Estado de alarma como Pedro Campoy Torrente en la SEIC y otros expertos en materia de políticas públicas de seguridad como Francesc Guillén Lasierra en Cutting Crime Impact, proyecto internacional cuyo objetivo es reducir el impacto de la delincuencia a través de las diferentes agencias, entre ellas, la Policía. Un claro ejemplo son las nuevas estafas que utilizan la situación actual en la cual “La Seguridad Social nos solicita datos para gestionar nuestro ERTE o nos envía reembolsos de sueldo no cobrado”. Decir que estos delitos no existen porque no aparecen en estos datos que han recogido las diferentes policías que participan en el estudio es una manera errónea de interpretarlos y extraer conclusiones. Por su propia naturaleza, estas tipologías delictivas ya son casi imposibles de reportarse en una situación de normalidad pre-COVID-19 si no es porque su víctima, o alguien conocedor de ellos, los denuncia. Que no se hayan denunciado por desconocimiento, imposibilidad, vergüenza o demás causas no significa que no existan. Tan solo implica que esos delitos no son detectados por la policía. Es así de simple.

El problema es generalizar en cuanto al descenso de la criminalidad. Digamos mejor que ha cambiado y/o que no se detecta, pero no por ello ha descendido. Haciendo un análisis correcto diríamos que en las comunidades autónomas en las cuales se han reportado datos hay un descenso de determinadas tipologías delictivas. Y eso sí es cierto. Es de esperar de una fuente como el Ministerio de Interior que lo analizara con mayor rigor y nos indicara posibles causas de este descenso. Pero, si nos fijamos, observamos que la mayor parte de los delitos cometidos que han descendido en sus cifras absolutas según conocimiento policial, se tratan de delitos que se cometen en la esfera del espacio público y la laboral. Tan solo pondré tres ejemplos:

  1. Los delitos de hurto. Si no hay vida en la vía pública es coherente que los delitos hayan disminuido, sobre todo porque, como bien sabemos, el factor clave que propicia que seamos víctimas de estos delitos es el "despiste/descuido” ya sea por encontrarnos en masificaciones o descuidos mientras tomamos algo en un local y no tenemos control de nuestras pertenencias… y las grandes víctimas potenciales: los turistas. Pero claro… ahora no hay turistas. Es complicado en el nuevo mundo de la distancia social que alguien nos hurte sin que nos demos cuenta que ha rebasado esta distancia mínima permitida, ¿no creéis?
  2. Los robos con fuerza. Esta tipología presenta variaciones interesantes. Es cierto que los delitos de robo en domicilios han descendido por causas que parecen lógicas, pero son muchos los negocios que están ahora desprotegidos y que han sufrido estos delitos o tentativas de robo. A ello debemos sumar los negocios/comercios de primera necesidad que han visto la necesidad de tener que aumentar su seguridad por un repunte en el riesgo de ser victimizados (supermercados, farmacias, estancos…)
  3. Los delitos contra la salud pública. Indican las cifras también que han descendido. ¿Resulta que durante el confinamiento la persona que consume drogas ha dejado de golpe de hacerlo? ¿Y de comprar? Quizás en este caso debemos indicar que es posible que algunas de las tipologías delictivas dentro de este título de delitos hayan descendido, pero también sería muy humilde, y más cierto, reconocer que estos delitos también se han desplazado. Probablemente ahora la mayor parte de intercambios, compras, incluso consumos, ya no se realizan en la vía pública y, también, que esta tipología delictiva haya pasado a un segundo plano en la preocupación por parte de la policía. Insisto que no por deseo expreso sino por necesidad de readaptar sus funciones a la prioridad del momento que era, en esas fechas de marzo, y es ahora, la COVID-19.

 No quisiera terminar sin dejar de comentar este fragmento extraído del artículo:

“Las comunidades autónomas más afectadas por la crisis del COVID-19 presentan una reducción más acusada de sus índices de criminalidad. Es el caso de Madrid, con una caída del 84,1 por ciento”.

Retomando, tal y como mencionamos en un inicio, la exclusión de los datos de Cataluña y País Vasco, la pregunta es: ¿cómo se puede afirmar entonces el párrafo anterior? Contextualicemos la situación.

Según cifras oficiales obtenidas del Gobierno, a finales de 2019, España tenía una población 46,94 millones de habitantes. El País Vasco contaba con 2,178 millones y Cataluña con 7,675 millones. Estas dos comunidades representan más de un 20% de la población española. Es un dato más que relevante para un informe nacional sobre datos de Criminalidad y más, teniendo en cuenta como debería tenerse, que estas dos comunidades se hallan entre las que presentan mayores tasas de ciertas tipologías delictivas por su propia idiosincrasia.

Así pues, parecería importante tener en cuenta este aspecto si lo que queremos es realizar un informe sobre la Criminalidad en España y su tendencia.

En segundo lugar, debemos recordar la evolución de la COVID-19 durante las fechas que se analizan: del 14 al 31 de marzo de 2019. Si miramos el número de infectados y cómo evolucionó la pandemia, Cataluña pasó de 509 casos el 14 de marzo a 18.773 casos reportados por COVID-19 el 31 de marzo. En el País Vasco se pasó de 417 a 6.320 casos en las mismas fechas (cifras recogidas de fuentes oficiales del Gobierno de España a día 2 de mayo).

Ambas comunidades se encuentran entre las cinco con mayor número de fallecidos (cifras absolutas) por COVID-19, en segundo y quinto lugar, respectivamente. Como bien sabemos, Madrid, seguida de Cataluña, fueron las dos comunidades autónomas que más sufrieron desde un inicio por número de contagios. Así pues el párrafo mencionado en el cual se indica que “Las comunidades autónomas más afectadas por la crisis del COVID-19 presentan una reducción más acusada de sus índices de criminalidad” debe cogerse con pinzas porque, pese a presuponer que puede ser una tendencia cierta en estas dos comunidades, no se conoce ni se ha analizado y, siendo dos de las cinco con mayor número de contagiados y fallecidos, quizás sí es más que relevante tenerlo presente para afirmar con tal rotundidad esa frase. Además, añoramos que haya una explicación de cómo entiende el Gobierno el concepto de “afectación” ya que realiza una relación de causalidad directa entre la “afectación por COVID-19” y “los índices de criminalidad. Cualquier científico sabe que no existe una relación causal directa como la planteada prácticamente jamás, sino que el hipotético descenso que aquí anuncian es fruto de un conjunto de variables que influyen en este análisis. Empezaríamos pues, por intentar conocer a qué se refiere el informe con “afectación”: ¿Afectación entendida como número de fallecidos por COVID-19? ¿Afectación entendida por número de contagiados detectados (en datos porcentuales sobre el total de la población)? ¿Afectación entendida como mayores pérdidas económicas derivadas del Estado de alarma?

No hay que decir que la Criminalidad ha descendido para poder anunciar efectos positivos en esta situación compleja y caótica que vivimos. Es una situación que nos ha sobrepasado en muchísimos ámbitos, pero el admitirlo y corregirlo no es algo negativo sino un hecho que el ciudadano valora. Y como criminólogos/as no podemos permitir que se hagan este tipo de interpretaciones erróneas que inducen a equívoco por parte de la población.

No hay que decir que la criminalidad ha descendido para poder anunciar efectos positivos en esta situación compleja y caótica que vivimos. Es una situación que nos ha sobrepasado en muchísimos ámbitos, pero el admitirlo y corregirlo no es algo negativo sino un hecho que el ciudadano/a valora. Y como criminólogos/as no podemos permitir que se hagan este tipo de interpretaciones erróneas que inducen a equívoco por parte de la población.

El Ministerio de Interior tiene herramientas para realizar un buen análisis de los datos delincuenciales más allá de los publicados en este estudio. Los datos hay que conocerlos, interpretarlos y exponerlos en su contexto y conjunto conociendo la materia en profundidad. Los expertos y las expertas en materia delincuencial y de seguridad somos loas y las profesionales de la criminología y es por ello que aquí queda de manifiesto la necesidad de nuestros conocimientos para realizar este tipo de estudios con la rigurosidad y veracidad que merecen.

Seamos conscientes de cuál es el nuevo universo delictivo al que nos enfrentamos, visibilicemos todos estos delitos que no están saliendo a la luz, ayudemos a todas esas víctimas que sufren más durante este confinamiento y analicemos las razones de estos cambios delincuenciales porque el delito no desaparece si no que se traslada y adapta a la nueva realidad.

 (*1) A fecha 03.05.2020 el Ministerio ha hecho variaciones poco significativas en relación a la crítica de el presente artículo.

Helena Mulero Alcaraz. Criminóloga especializada en “Prevención y Seguridad”, Directora de Seguridad Privada y Perito en seguridad privada, Directora de Proyectos en Protección e Imagen, S.L, profesora asociada en el Grado de Criminología de la UAB y colegiada nº 64 del Col·legi de Criminòlegs de Catalunya.

REFERENCIAS

Campoy Torrente, Pedro (23 de marzo de 2020) ¿Flu-ctuaciones delictivas? Los posibles efectos del COVID-19 en la criminalidad en Sociedad Española de Investigación criminológica. Extraído el 2 de mayo de 2020 desde https://criminologia.net/2020/03/23/flu-ctuaciones-delictivas-los-posibles-efectos-del-covid-19-en-la-criminalidad/

Enquesta de Seguretat pública de Catalunya (edición 2017). Extraído el 2 de mayo de 2020 desde https://interior.gencat.cat/es/el_departament/publicacions/seguretat/estudis-i-enquestes/enquesta_de_seguretat_publica_de_catalunya/index.html

Guillén Lasierra, Francesc (17 de abril de 2019) Policing during Covid-19: An unprecedented Emergency. Extraído el 2 de mayo de 2020 desde https://www.cuttingcrimeimpact.eu/news-events/news/policing-during-covid-19-an-unprecedented-emergency/

Instituto Nacional de Estadística. Demografía y Población. Extraído el 2 de mayo de 2020 desde https://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/categoria.htm?c=Estadistica_P&cid=1254734710984

Ministerio de Interior -Sala de prensa- (1 de mayo de 2020) La criminalidad se redujo en un 73,8 por ciento tras la declaración del estado de alarma. Extraído el 2 de mayo de 2020 modificado y extraído de nuevo el 3 de mayo de 2020  desde http://www.interior.gob.es/es/web/interior/noticias/detalle/-/journal_content

Ministerio de Interior. Balance de criminalidad (primer trimestre de 2019). Extraído en 2 de mayo de 2020 desde http://www.interior.gob.es/prensa/balances-e-informes/2018